En otros momentos lo hemos dicho aquí. Ahora lo quiero repetir como introducción a una
nueva reflexión sobre la vida de casados que quiero compartirles. Es una mentira (que por cierto puede
transformarse en una muy dolorosa) pensar que el matrimonio da la felicidad
plena. En anteriores entradas al blog he
elaborado sobre esto. Pero en esta
ocasión, quiero subrayar un peligro detrás de esta desvirtuada afirmación. Peligro que consiste en abandonar el camino
personal de crecimiento humano – espiritual, porque en última instancia la
fuente total de mi felicidad ya la encontré en mi matrimonio.
¿Qué significa abandonar el camino de
crecimiento humano – espiritual? O
veámoslo así, ¿qué signos acompañan una vida no alimentada en sus dimensiones
humana y espiritual? Me propongo en ésta
y las próximas entradas al blog compartirles algunas ideas al respecto con la
esperanza de que algunos(as) se animen a iniciar un camino de crecimiento
personal lo suficientemente serio como para que alimente de manera sólida su
vida de pareja. Para esto quiero tomar
prestadas algunas ideas del ya fallecido Henri Nouwen, sacerdote y maestro
espiritual. Al hacerlo es mi intención,
a la luz de mi pobre experiencia, compartir reflexiones sobre cómo se refleja
la ausencia o presencia de un camino de crecimiento personal en la vida de pareja.
Un primer paso es confrontar esa melancolía
y descontento generalizado, dando una mirada crítica a cómo estás
conduciendo tu vida. Esto requiere una
“brutal” dosis de honestidad y valentía para que no se convierta en un
ejercicio inútil de esos que solemos hacer al final de cada año. Para esto te propongo un primer punto
concreto de inicio.
¿En qué ocupas tu tiempo? ¿Estas conciente de aquello que ocupa tu
tiempo? Una mirada honesta a tu día y
semana te pueden revelar la verdad de aquellas preocupaciones reales (no
ilusorias) que dominan tu vida. Preocupaciones
que te “gritan” de frente a qué verdaderamente estás dándole prioridad. Cuán importante es para tí alimentar tu
mente, tus emociones, tu carácter y espíritu.
¿Cuántos “ladrones” del tiempo has dejado entrar a tu vida que te
distraen, te entretienen o te “ayudan” a descargar tu ansiedad de aceptación y
de sentirte valorizado(a)?
Una tentación aquí, sobre todo para la
pareja joven, es la de llenar su tiempo de salidas recreativas, cenas y todo
aquel entretenimiento que pertenece al mundo compartido de la pareja. Evidentemente, visto de manera ligera, no hay
nada malo en esto. Pero, ¿has pensado en
el tiempo personal que cada cual necesita para dedicarlo a promover su
crecimiento? ¿Lees? ¿Qué lees?
¿Cultivas tu espíritu? ¿Rezas,
reflexionas? ¿Te cuestionas cada día con
cuanta honestidad lo viviste, en qué fallaste, en qué momento no fuíste fiel a
tus valores? Si practicas la fe
cristiana, ¿lees la Biblia, la meditas, permites que la Palabra te hable al
corazón? ¿Procuras la práctica de las
virtudes en tus decisiones de todos los días?
¿Eres fiel a tus decisiones? ¿Con
demasiada fecuencia las pasiones ofuscan tu claridad mental y tu opción por lo
bueno y bello? ¿Cuál fue la última
opción radical que tomaste para arriesgar en el camino de fidelidad a tus
valores, a tus opciones de bien? ¿Te
preocupas por y cultivas la idea de dejar un legado de bien? ¿Cuál es en concreto ese legado? ¿Procuras estar atento(a) a las necesidades
afectivas de tu pareja por encima de cualquier otra relación? ¿Has identificado a
alguien con la capacidad de acompañar tu camino de crecimiento personal?
Si tu uso del tiempo no revela prioridades
que te lleven a crecer a nivel personal, el gusto de estar con tu pareja,
irremediablemente irá menguando, pues cada vez tendrás menos novedad creativa
que ofrecer en tu relación. Por ende,
también decrecerá la novedad creativa que recibas. Esposo(a), en este mundo infantil y hostil,
se hace cada vez más necesario que asumas el compromiso contigo de alimentar tu
crecimiento personal. Sólo así irás
entendiendo que ese compromiso te llevará a tender hacia tu esposo(a),
dedicando espacios de formación y crecimiento juntos. Así verás nacer el hambre de querer crecer
juntos.
En las próximas entradas continuaremos
hablando sobre cómo se manifiesta una vida personal sin crecimiento y sus
repercusiones en la vida de pareja. El amor de
pareja es don mutuo, pero si no cultivas tu don, ¿qué vas a ofrecer en este
intercambio creativo e inagotable que es el amor esponsal?
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