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27 sept 2012

¿Y por qué no cambias tú?

Seguimos mirándonos al interior... en el contexto de nuestra relación de pareja.  En el anterior blog compartíamos cómo nos descubrimos llenos de límites que condicionan nuestro actuar.  Límites que pueden interferir en nuestra relación de esposos y que, mal asumidos, nos pueden hacer concluir con la conocida sentencia que nos excusa de cambiar: “¡Yo soy así!” (“no esperes de mí cambio alguno”).  Pero, a su vez, también vimos que contamos con la libertad interior de poder responder y asumir la tarea de cambiar…  Cambiar a favor de aquello que nos permita construir una relación cada vez más saludable y transparente.  Una vez más, siempre partiendo de la premisa de que es tu prioridad construirla y hacerla crecer.

Ahora queremos dar un paso más hacia adelante.  Si hablamos de cambiar, les propongo que miren el siguiente enfoque.  Cada ser humano (y los casados y casadas entramos en esa categoría) pudiera ser representado por el siguiente diagrama:


Parece algo complejo… pero ya veremos que no lo es.  Los elementos claves aquí son: pensamiento (idea), emoción (sentimiento) y conducta (o acción).  En el día a día nos movemos en diferentes escenarios y recibimos numerosos estímulos del medio ambiente (situación objetiva).  Ante estos estímulos, en nuestro interior, se “dispara”  una respuesta.  Es decir, un pensamiento o idea que interpreta esa situación externa objetiva.  Inmediatamente, surge en nuestro interior una respuesta emocional o sentimiento.  Esta respuesta emocional puede ser positiva o negativa, según sea la valoración o interpretación que se haga a nivel del pensamiento.  Finalmente, guiado por ese pensamiento y su consecuente emoción, procede una reacción o conducta.  Aclaramos que esta conducta no siempre es externa.  No en pocas ocasiones nos quedamos paralizados ante un evento, siendo nuestra única respuesta un aumento en nuestra presión arterial o un intenso episodio de sudor, respuestas ambas que ocurren en nuestro interior.  No obstante esta salvedad, lo más frecuente es que manifestamos al exterior nuestra respuesta o conducta concreta. 

Estos son los elementos básicos que explican nuestra manera de responder y comportarnos.  Siendo así, una percepción no es otra cosa que un pensamiento confirmado muchas veces, una actitud sería un sentimiento casi fijo en nosotros y un hábito es una conducta que se repite muchas veces.
       
Pero volvamos a los elementos claves: pensamiento, sentimiento y conducta.  Ante una misma situación, esposo y esposa pudieran pensar diferentes, sentir diferentes y actuar diferentes.  Una vez más, tenemos la libertad de escoger nuestras respuestas.  Y si descubro mañana que la manera como reacciono no es la mejor, a lo que considero tu lentitud con las tareas hogareñas, o a lo que interpreto como tu falta de atención a la hora de limpiar la cocina o a lo que me parece es tu descuido cada vez que llegas a la casa y ni saludas, o a tu desconsideración ante como me siento: ¡puedo cambiar!, ¡puedo descubrir nuevas maneras de interpretar estas maneras incómodas de actuar de mi esposo(a)!  

Claro, supongo que me preguntarías, ¿pero no será mejor que sea él (o ella) quien cambie su lentitud, falta de atención, descuido o desconsideración?  La respuesta a esta pregunta pudiera ser sí.  Pero esta respuesta no puede quitarte la libertad de saberte con la capacidad y fuerza de poder escoger tu reacción, independientemente de cual sea el compromiso o nivel de conciencia de cambio que tenga tu cónyuge.  Piensa, esposo o esposa, sólo en esta actitud de libertad podrás permanecer en posición de ser apoyo para tu cónyuge ante la necesidad de cambiar.  Nunca la posición de reclamo o de “quien tiene que mejorar eres tú”, construye una relación ni adelanta nada en el proceso de crecimiento de aquel(la) a quien acompañas.

Hasta aquí, te sugiero te plantees las siguientes preguntas:
  • ¿Cuáles son esas “pequeñas grandes cosas” de tu esposo(a) que amenazan con quitarte tu libertad de elegir?  En otras palabras, ¿qué es lo menos que eres capaz de tolerar en tu actual relación?
  • ¿Estas en posición de conversar esto con él(ella)?  ¿Está él(ella) en posición de conversar? (piensa bien tu respuesta, ¡no subestimes a tu esposo(a)!)
  • Piensa en una de esas situaciones normales de la vida diaria que menos toleras de tu cónyuge.  ¿Pudieras interpretarla diferente para que te sea menos difícil aceptarla? 
Con tus respuestas en mano, conversa con tu esposo(a).  De la apertura de corazón siempre nace el derrumbe de barreras.

En una próxima ocasión nos vamos a detener en el primer aspecto: los pensamientos.  ¿Cómo pensamos?  ¿Por qué producimos tantas ideas que no responden a la realidad?  ¿Por qué a veces mi manera de pensar me hace daño o hace daño a mi relación?  Estas preguntas puedes ir contemplándolas… pero sobre ellas volveremos en un próximo momento.

Ya a este punto me atrevo a pedirte, si crees que lo que estamos compartiendo resulta valioso para ti, déjanoslo saber con tu comentario.  Si crees que pudiera ser valioso para un(a) amigo(a), familiar o vecino(a), déjale saber cómo llegar hasta este espacio virtual.

Gracias y hasta la próxima.   
          

20 sept 2012

¡Yo soy así!

Craig Venter, fundador de unas de las compañías más prestigiosas en investigación genética, que forma parte del grupo proyecto Genoma Humano, concluye: "la maravillosa diversidad de los seres humanos no está tanto en el código genético grabado en nuestras células sino en cómo nuestra herencia biológica se relaciona con el medio ambiente.  Los hombres no son prisioneros de sus genes, sino que las circunstancias de la vida de cada individuo son cruciales en su personalidad". 

¿Por qué desee comenzar este blog con estas palabras?  Porque me parecen un grito a la autodeterminación y libertad, en medio de tantas posturas de dependencia y de acusaciones mutuas: “¡si no fuera por tu culpa…!”, “¡ya ves cuánto me haces sufrir…!”, “te guste o no, yo soy así y ya”, “no me queda más remedio que…”.       

Pero, ¿por qué traerlas en ocasión de hablar sobre las relaciones de pareja?  Aquí sí que hay múltiples respuestas.  Una primera de ellas es para ayudarnos a aceptar que somos condicionados por nuestros genes y nuestras circunstancias, pero no somos determinados por ellas.  Por eso, en la relación de pareja, no caben (sin que nos de un poco de vergüenza decirlo) respuestas como las siguientes: “¡tú me conociste así, no me pidas ahora que cambie!”; “por mi línea paterna todos somos así, fríos, calculadores, poco comunicativos… ¡yo soy así!”; “en mi casa mi padre siempre se relacionaba con mi madre de esta manera, ¡esa es la manera correcta en que los casados deben hacer las cosas y no voy a cambiar!"

Ciertamente, basta poco tiempo de estar casados para darse cuenta de que “cargamos” con múltiples condicionamientos de nuestra genética, nuestras familias y de los procesos de crianza que hayamos tenido.  Maneras de pensar, sentir y hacer que nos resultan más espontáneas y naturales que otras, pero que curiosamente son las que le resultan totalmente sorprendentes, extrañas, increíbles o hasta ofensivas, al cónyuge.  Pero realmente, ¿podemos decir que somos así y ya?  No deja de sorprenderme cómo las tendencias rutinarias de los adultos nos pueden llevar al estancamiento, al desencanto y miedo.  No nos damos cuenta cómo aquellas “manías” que a veces decimos observar en algunas personas ancianas, son las mismas que comienzan a cultivarse desde la adultez, cuando muchos deciden, casi como una reacción visceral hacia su esposo(a), encerrarse y negarse la oportunidad de cambiar y crecer.  El “yo soy así”, que se convierte en trinchera detrás de la cual se esconde el(la) esposo(a) que no quiere cambiar, resulta ser, con el tiempo, el mayor signo de cansancio y muerte con el que podemos cargar…  No es extraño entonces ver “ancianos” a los 40 y jóvenes a los 80 años.  El “yo soy así” nos lleva al camino de lo inerte, las justificaciones y peor aún, la soledad.

Esposo(a), antes de volver a afirmar “yo soy así” como respuesta al reclamo de tu esposo(a), piensa en lo mucho que puedes perder para ti mismo(a) si esa respuesta se instala definitivamente en tu mente y corazón.  Con honestidad, no “somos”… ¡nos hacemos!  Y ese “hacernos” es el bello grito de libertad del cual hablaba al principio y que hoy la ciencia sigue confirmando.  Por eso, contrario a lo que hoy tanto se afirma, la libertad humana obra a favor de tu relación de esposos.  Es garantía de lo que puedes lograr para seguir creciendo y construyendo tu esponsalidad.  La libertad siempre está en función del amor y el amor siempre busca permanecer en relación.                                

Entonces, te invito a que hagas este camino de confrontación propia con tu libertad.  En los próximos blogs hablaremos sobre cómo la manera como pensamos, sentimos y actuamos encierra una clave para provocar en nosotros los cambios hacia una mejor relación de pareja… siempre partiendo de la premisa de que es tu prioridad construirla y hacerla crecer.   

Mientras, qué tal si comienzas a proponerte las siguientes preguntas:
  • ¿Cómo sinceramente te describes?
  • ¿Qué es lo más que valoras de ti?
  • ¿Cuál es tu búsqueda prioritaria en la vida?
  • ¿Qué necesitas para mantenerte consistentemente en esa búsqueda?
  • ¿Qué quisieras cambiar de tí, pero sabes que no podrás lograrlo solo(a)?
Comparte tus respuestas con tu cónyuge.  Seguramente puede ser el inicio de una bonita y fructífera conversación…  

5 sept 2012

¡Iniciamos este espacio!

Con mucho entusiasmo nos lanzamos a la aventura de crear este espacio familiar para propiciar el entendimiento e invitar al crecimiento de todo aquel que aquí llegue... a propósito o por casualidad.  ¿Un espacio más sobre temas familiares?  ¿Otro servicio más de coaching?  ¿Por qué valdría la pena detenerse aquí?

Sin lugar a dudas, la familia sigue siendo ese lugar de relaciones primarias que hace muchos años aprendimos a llamar "célula básica de la sociedad" o, como suele ser dicho en ambientes de fe, "iglesia doméstica".  Algunos(as) pensarán por qué hemos llamado a este espacio Coaching para parejas y familias, si bastaría con indicar sólo "para familias" y dejar así comprendido que nos interesa mirar también la relación de pareja.  Sin embago, es nuestro interés dejar consignado desde el incio que es la relación de pareja, al interior y exterior de la familia, el alimento crucial para el desarrollo de la vida de los(as) hijos(as).  Queremos, de hecho, compartir desde aquí experiencias y contenidos que sirvan de "motor de arranque" para la reflexión en la pareja sobre su vida misma y su relación.

Claro, el coaching ha de ser el método desde el cual nos asomemos a cada reflexión o vivencia propuesta.  Queremos que te confrontes con tus propias preguntas sobre tu relación de pareja y familia.  Aquellas preguntas que hace tiempo dejaste de hacerte por haber dado por sentado sus respuestas, o por haber perdido la esperanza de recibir una respuesta diferente.

Nos proponemos iniciar este camino con varias reflexiones relacionadas al impacto que genera en la vida de pareja nuestras maneras de pensar, sentir y actuar...  Cuánto nuestros modos distorsionados de pensar nos provocan reacciones emocionales desproporcionadas o inadecuadas a la realidad.  Cuánto estas reacciones nos dificultan nuestra relación de pareja o incluso afectan nuestra salud.

Quisiera decirles algunas cosas al respecto.  Sobre estos temas serán nuestros próximos escritos.  De seguro te servirán... al menos para ganar una razón de peso que te lleve a pedir perdón por alguna reacción desproporcionada anteriormente tenida. 

Te invitamos a que te des una visita periódica, nos leas y dejes saber tu sentir.