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12 ene 2013

¡Este coraje que me ciega!


Quienes hayan hecho este recorrido conmigo sobre cómo el mundo emocional personal afecta la relación de pareja, posiblemente se esté cuestionando cómo es posible que hayamos dejado de lado una emoción que es tan importante.  No podemos afirmar que es la emoción que más negativamente impacta la relación de pareja.  Quizás para algunos sí lo sea.  Pero en definitiva, la ira, el enojo, la furia o el simple enfado es una emoción que se vive con alguna frecuencia en la vida de pareja y que impacta su calidad, fluidez y profundidad.  Y digo esto porque difícilmente puede crecer en calidad y profundidad una relación de pareja entre continuas luchas y descargas de coraje del uno hacia el otro.  Pero lo digo además porque cada enfado y coraje, bien vivido, puede ser ocasión propicia y privilegiada para que la pareja madure su manera de comunicarse y sobre todo, su compromiso de expresarse y acogerse también a nivel emocional... no sólo a nivel racional o espiritual.

Demos una primera mirada al origen del enojo o la ira.  Siguiendo el recorrido que hasta ahora hemos hecho con las otras emociones que hemos visto aquí, digamos que el pensamiento que suele desencadenar el sentimiento de la ira es la percepción, certeza o convicción de haber sido tratado(a) con INJUSTICIA.  Pregúntate, esposo(a), si las veces en que te has sentido enojado(a), enfadado(a), irritado(a) o molesto(a) con tu esposo(a) no ha sido porque te has sentido injustamente tratado(a).

Y aquí entra toda una gama de pequeñas o grandes injusticias percibidas:

·         No me ayudas con los quehaceres del hogar
·         Gastas más dinero de lo que me parece razonable
·         Decides asuntos importantes sin contar conmigo
·         No asumes el mismo nivel de responsabilidad que asumo yo con los hijos

Pero también pueden ser injusticias percibidas de una manera más sutil:

·         No eres tan delicado(a) conmigo como lo soy contigo
·         No demuestras la misma disponibilidad que te demuestro yo para la intimidad
·         No me dedicas el mismo tiempo de escucha que te dedico yo
·         Respondes con más premura a las necesidades de tus padres que a las mías

Fíjate que detrás de todo enojo hay una percepción de injusticia.  Una valoración que haces que te lleva a concluir que, en el balance de esfuerzos, atenciones, decisiones tomadas o prioridades atendidas, no hay equilibrio.  Sientes que estás perdiendo más de lo que ganas... o de lo que estás dispuesto(a) a perder... o de lo que te reconoces capaz de aguantar.  Esto explica en gran medida porqué es tan difícil dialogar en medio de un enojo mutuo en la pareja, cuando ambos están seguros de reclamar ser el(la) más injustamente tratado(a).  Esto explica muchas de las expresiones que uno suele usar con la pareja cuando está enojado(a), con coraje o (por qué no decirlo), lleno de ira.  

Miremos las siguientes expresiones, en qué suele consistir la percepción de injusticia en cada una de ellas y algunas preguntas que bien pudieran ayudarte a mirar con una perspectiva más amplia tu coraje:

Expresión
Sentimiento de injusticia
Pregúntate si...
¡Contigo no se puede hablar!
(Eres injusto porque no me escuchas.)
¿Escuchaste tú primero?  Cuando escuchamos primero, sosegadamente, asumimos la emoción del otro y estamos en mejor condición de liberarlo(a) del coraje (damos aire sicológico).

¡Para qué te voy a decir las cosas si como quiera te vas a enojar!
(En mis discusiones contigo siempre pierdo y no es justo que sea así.)
¿Has estado dispuesto(a) antes a “perder”... aunque sea una sola vez?, ¿o el orgullo te lo impide?, ¿estas dispuesto(a) a aceptar que tu error pudo haber causado una situación de injusticia hacia tu cónyuge?

¡Claro, como tú no eres quien resuelve las necesidades de los niños! (Podemos sustituir aquí “los niños” por cualquier otra realidad de la vida de pareja: cocinar, trabajar, atender a un padre enfermo, soportar a un jefe incompetente, etc.)
(Me siento solo(a) atendiendo esta situación... no puedo contar contigo y no es justo.)
¿Has conversado con tu esposo(a) sobre cómo te sientes ante esta situación?, ¿le has pedido su colaboración?, ¿le has dicho cómo puede ayudarte?  Estas sugerencias puedes aplicarlas, pero cuando estés sosegado(a).  En medio de un enojo pudieran ser ocasión para aumentar el coraje.   
     
La ira es una de las emociones más dañinas en la vida de pareja.  Pero a su vez, existen muchas modalidades de comportamientos que ayudan a manejarla de manera saludable y creativa.

Claro, lo primero que hay que maduramente aceptar es que no nos vamos a deshacer totalmente de ella.  La ira es una emoción desarrollada como respuesta, en el ser humano, a través de millones de años.  Tiene una gran importancia como instinto de supervivencia y como fuerza de empuje ante los obstáculos que se presentan en la vida.  Como toda emoción, no puede ser valorada únicamente desde el punto de vista negativo.  De hecho, no vivimos en un mundo perfecto carente de injusticias.  La vida de pareja, con mucha frecuencia, se nos presenta llena de injusticias reales (no percibidas).  La ira bien enfocada y vivida es oportunidad para sacar las fuerzas que nos permiten llamar a las injusticias por su nombre e invitar a la pareja a vivir en un nivel mayor de atención y generosidad.  Confrontar la ira con más ira puede ser muy dañino para la relación de esposos.  Pero también lo puede ser el no tener el coraje de “llamar las cosas por su nombre” y no dejarle saber a nuestro(a) esposo(a) aquellos sentimientos de molestia que tenemos y que legítimamente nos parecen creados por una real injusticia en la relación. 

La vida de casados es compleja y llena de sensibilidades mutuas que se tocan constantemente.  Aceptar esta realidad es un paso imprescindible para continuar perseverando en ella y apostando a que el amor todo lo puede, todo lo alcanza y todo lo transforma. 

En unas próximas entradas continuaremos hablando sobre el origen y manejo del coraje en la relación de esposos.        

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